domingo, junio 22, 2008

La génesis caótica de los planetas (meteoritos)

El último apartado, dedicado a los meteoritos, correspondiente al artículo de Douglas N. C. Lin publicado en la revista Scientific American del 12 de mayo de 2008, cuya primera parte traduje aquí.


Meteoritos: emisarios del pasado

Los meteoritos no son sólo rocas del espacio sino fósiles espaciales: constituyen el único registro tangible del origen del Sistema Solar con el que cuentan los científicos planetarios. Estos creen que los meteoritos provienen de los asteroides, que son fragmentos de planetesimales que nunca llegaron a formar planetas y que permanecieron congelados desde entonces. La composición de los meteoritos refleja la que debió haber ocurrido en los cuerpos de sus antecesores. Para mayor enredo, también llevan las cicatrices de los primeros efectos gravitacionales de Júpiter.

Es evidente que los meteoritos de hierro y los pedregosos se originaron en los planetesimales que se habían fundido y que, de esa manera, permitieron que el hierro y la materia pedregosa de silicato se separaran, el hierro pesado se hundió en el núcleo y los silicatos más livianos se concentraron en las capas exteriores. Los investigadores creen que el isótopo radiactivo de aluminio-26, con una vida media de 700 mil años, fue el causante de este calentamiento. Es probable que la explosión de una supernova o una estrella cercana proporcionaron este isótopo a la nube proto-solar, en cuyo caso la primera generación de planetesimales del Sistema Solar contuvo muchos de ellos.

Con todo, los meteoritos pedregosos y los de hierro son muy raros. En cambio, la mayoría de los meteoritos consisten en cóndrulos o guijarros de unos pocos milímetros de tamaño que son anteriores a la formación de los planetesimales y que no pueden sobrevivir a la fundición. En consecuencia, parece que la mayoría de los asteroides no son remanentes de la primera generación de planetesimales. Esta generación debió haber sido borrada presumiblemente por Júpiter. Los científicos planetarios estiman que la región ahora ocupada por el cinturón de asteroides principal tuvo hasta 1000 veces más materia que la que tiene ahora. Los pocos granos que eludieron las garras de Júpiter o que luego derivaron a la zona del cinturón fueron recogidos por nuevos planetesimales, pero como había quedado poco aluminio-26 radiactivo esos cuerpos nunca se fundieron por completo. La composición isotópica de los cóndrulos de los meteoritos establece su fecha en unos dos millones de años después de que el Sistema Solar comenzó a formarse.

La textura vidriosa de los cóndrulos sugiere que fueron calentados abruptamente, convertidos en roca fundida y enfriados, antes de que los planetesimales los incorporaran. Las olas que condujeron la primera emigración orbital de Júpiter debieron haberse desarrollado en frentes de choque, que podrían explicar este calentamiento súbito.

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