domingo, diciembre 21, 2008

Un museo de monstruos marinos ficticios (9)

Los europeos, desde la más remota antigüedad hasta bien pasado el Renacimiento, creían que había una gran variedad de bestias extrañas en el mundo, viviendo en los océanos, en los lejanos rincones del mundo o en el sótano de sus vecinos. Si proyectamos la imaginación hacia un futuro posible: ¿qué clase de monstruos turbará la mente de los futuros exploradores espaciales? No creo que estemos en condiciones razonables de poder anticiparlo. Quizás, incluso la misma idea de la exploración espacial sea monstruosa.

En una serie anterior, recorrimos en 22 pasos un museo de monstruos ficticios. Esta vez nos toca aprender sobre los monstruos marinos que inquietaban a quienes se internaban en las profundidades del océano. Los marinos contemporáneos de Colón no pensaban, en contra de lo que se cree popularmente, que navegarían hasta dar con el borde exterior de la Tierra. Sin embargo, estaban atemorizados por lo que podrían encontrar durante sus viajes. Su concepción de la vida marina se alejaba bastante de la realidad y comprendía desde suposiciones poco exactas sobre el comportamiento de las especies conocidas hasta representaciones imaginarias de animales que podían existir.

Año: 1799.
Científico: Barthélemy Faujas de Saint Fond.
Publicado por primera vez en: Montagne de Saint-Pierre.
Publicación actual: Bursting the Limits of Time de Martin J. S. Rudwick.

Los sabios europeos del final del siglo XVIII comenzaban a desarrollar en su mente el concepto de una Tierra antigua que había precedido a los seres humanos por una extensión de tiempo inimaginable y que había sido habitada por criaturas muy extrañas. Además contrataron a hábiles artistas y grabadores para que realicen copias fieles de los fósiles que hallaban. En 1780 se descubrió el fósil de un reptil enorme en una mina subterránea cerca de la ciudad holandesa de Maastricht. Diecinueve años después, Faujas publicó una descripción del reptil. El cuadro de la excavación es quizás un poco teatral, pero la ilustración del fósil es muy precisa —los objetos de forma ovalada que se encuentran en el cráneo son fósiles de erizos de mar—. No obstante, la interpretación de Faujas no fue tan exacta como las ilustraciones, por cuanto clasificó al fósil como un cocodrilo gigante. Hoy se sabe que es un mosasaurus, un reptil marino extinguido. El error de Faujas es comprensible cuando se toma en cuenta lo poco que en aquel entonces se sabía de la vida prehistórica.

Fuente: Strange Science (en inglés).

Crédito (clic en la imagen para verla mucho más grande): Oceans of Kansas (en inglés), donde además incluyen la historia —contada por Faujas— del descubrimiento del fósil, la batalla judicial librada entre el párroco local —dueño de las tierras en las que se hallaba el fósil— y el cirujano que hizo desenterrar el fósil para terminar en una verdadera batalla, ganada por las tropas revolucionarias francesas, que decidió la ubicación definitiva del fósil —París, donde fue descrito por Cuvier—.

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