miércoles, octubre 28, 2009

¿Y para qué poetas?

Algunos de los poemas más evocadores de la segunda parte de "Pelican Dreaming" —que podría traducirse por "El sueño del pelícano"— son muy breves. Este es el texto completo de "La condición humana (1933)":

Nosotros

somos uno

con el paisaje.

Si este poema de una única oración cubriera una sola línea, entonces pertenecería a la clase de aforismos banales que oímos en los documentales trillados sobre la naturaleza y en los discursos de los políticos sensibleros. Pero al dividir la oración en tres líneas, Young le otorga una ambigüedad, una dificultad, que es ajena al habla de los presentadores televisivos y de los escritores de discursos. ¿Representa a la humanidad el pronombre de la primera línea, o alguna parte de ella —una nación, una tribu, una familia o un grupo de amigos—? ¿Piensa el poeta que "nosotros" somos "uno / con el paisaje" en una especie de sentido místico o panteísta, o sugiere que "nosotros" estamos unidos como seres humanos, y que el "paisaje" es algo externo —algo que es "con" nosotros sólo en el sentido que es una pieza del equipo que utilizamos para vivir nuestras vidas?

El título del poema permite aclarar estas preguntas. "La condición humana" es el nombre de un cuadro que René Magritte pintó en 1933, en el que este pintor surrealista mostraba un lienzo colocado en un caballete en frente de una ventana. La misma y apacible escena rural se reproducía tanto en el lienzo como en el vidrio de la ventana. A Magritte le fascinaba la filosofía y su pintura dentro de una pintura nos remite a preguntas filosóficas imperecederas sobre la naturaleza de la realidad. Como mínimo a partir de Kant, los filósofos occidentales se han preguntado por la relación, o por la falta de ella, entre el mundo que percibimos con nuestros sentidos y el mundo que podría existir más allá, o quizás más acá, de nuestras percepciones. Kant empleó el término "cosa en sí" para referirse a esa recalcitrante realidad última. Algunos de los sucesores de Kant, como Schopenhauer y Nietzsche, creyeron haber resuelto el "problema" de la cosa en sí al ubicar a esa realidad última. Otros, como Heidegger y Wittgenstein, insistieron en la futilidad de buscar una realidad que exista con antelación a la percepción de los sentidos y al margen de ellos. El problema que el cuadro de Magritte propone todavía intriga al filósofo y al lego. ¿Somos "uno" con el mundo externo o, como una de las lecturas del poema de Young sugiere, estamos unidos y quizás incluso definidos, por nuestra separación del "paisaje" que yace, esencialmente, más allá del alcance de nuestros sentidos?

Sobre una poesía de Mark Young, vía Enowning (en inglés). Y ¿para qué poetas en tiempos aciagos? (en ausencia de "Heidegger en castellano").